LA NOSTALGIA DEL AYER

Un día un viejo amigo poblano a manera de reclamo me preguntó ¿por qué ya no escribes en La Antesala del Infierno?

Lo hizo con todo conocimiento de causa.

Fue una columna que escribí desde que llegué en 1985 a El Sol de Puebla, aunque desde dos años antes en Nueva Era los hacía «ATRÁS DEL PENTÁGONO» , donde abordaba todos los temas de beisbol, desde Grandes Ligas hasta todo lo que sucedía en los campos llaneros de Puebla, principalmente en la desaparecida Liga Interobrera, que era la más importante en esos tiempos a nivel dominical, y la Liga Sabatina Patrullando los Diamantes.

Qué tiempos aquellos, señor Nicanor.

Esa Liga Interobrera llegó a tener cerca de 300 equipos, distribuidos en más de 10 grupos, y todavía recuerdo la cantidad de delegados de equipos que se acomodaban en un cuarto de la oficina del licenciado Celerino Jiménez (QEPD) para discutir lunes a lunes lo que había acontecido el domingo previo y lo que vendría el domingo siguiente.

Asistí varias veces a la junta, solamente para ver cómo David Jiménez, sí el mismo que anda por ahí todavía narrando partidos amateurs en diferentes ligas, a galillo limpio se recetaba a toda garganta el rol de juegos del siguiente domingo.

David, con una memoria privilegiada, daba cátedra lunes a lunes a la hora de recordar lo que había acontecido semanas atrás y lo que se avecinaba para la semana siguiente.

Tiempos maravillosos de ese circuito dominical que llegó a reunir a grandes escuadras de la pelota amateur poblana y que vio desfilar y nacer a grandes glorias del beisbol poblano, muchos nacidos en Puebla, y otros tantos en la capital del país y en el Estado de Veracruz que se radicaba en la angelópolis porque aquí encontraron trabajo o bien eran contratados como refuerzos.

Cómo olvidar al Rancho La Soledad de don Eleazar Camarillo, un líder sindical de la zona de Atlixco, que era todo un personaje en la zona; El Tianguis de los Camela, La Petroquímica, con el patrocinio del Sindicato que dirigía un gran amante del beisbol como lo es Roberto Castro, el famoso «Pistache»; Azucareros de Atencingo, Tigres Ayutla, Cardenales de Chachapa y Juvenil Pericos de José Luis Ramírez, Maximino Sánchez, abuelo de Beto Rojas, hoy coach de Pericos, y José Luis Alvarado.

Ahí no para todo recuerdo a otros equipos como Los Molinos, Chipilo, Deportivo Colón, Deportivo Mayorazgo, Pueblo Nuevo, El AU de Manuel Ruiz, donde tuve el gusto de conocer a los dos Gerardo de Monterrey -Rodríguez y Góngora-, con quienes viajé a Atlixco para estar en sus duelos contra El Rancho; Hermanos Gómez, Vaqueros de Atlixco, Diablos de Rojas, del señor Rojas, y ya en tiempos más remotos, Los Piratas del doctor Garay, Baños Tlalpan del buen amigo Pascual Tlalpan, Deportivo El Valor y Juvenil El Valor de los hermanos Haces y Avelino Romero, Casa Angelopolitana Cruz Azul, los Orioles de Ramón Taylor, Sol Slam o Taja Sol, patrocinado por el doctor Hassan Taja y Paco Sol.

Y los sábados cómo olvidar al Heimss, del doctor Vidal Gutiérrez, Deportivo San Miguel, que patrocinaba Miguel Ochoa, Deportivo Turrent, de don Fernando Turrent, un hombre que apoyó mucho, me contaban, a Fernando Valenzuela en sus primeras apariciones por tierras poblanas, Deportivo Mayorazgo, Hermanos Picasso, y más tarde el Poder Judicial, entre muchísimos más que se escapan a mi memoria.

Eran los tiempos en que destacaban los viejos «napoleones» del beisbol como Celerino en la Interobrera, Roberto González «Motita» en la Patrullando; Alberto Arenas en la sus ligas Angelopolitana y de la Juventud; Agustín Artime en la Pepsi Cola, que más tarde se convirtió en la liga de «El Tigre Deportes»; Daniel Juárez, el inolvidable «Juaritos» en la Liga del Seguro Social; Manolo Martínez en los Alpha; la Cholulteca de don Vicente Armas que continúa hasta nuestros días ahora bajo el mando de sus hijos; y más tarde fueron surgiendo la Volkswagen, que fue creciendo después de la disolución de la Interobrera; la LUBA y la Fraternidad Amalucan, las últimas ya desaparecidas, entre muchas y muchas más ligas que existían en esos tiempos.

Hoy entre los circuitos más antiguos está la liga de «El Tigre» que dirige Roberto Flores y que se mantiene hasta nuestros días, la Volkswagen, y nacieron otras como la Liga Guadalupe Hidalgo y la Liga de San Baltazar, que heredó los equipos de la desaparecida LUBA.

En el interior del Estado existen muchos circuitos, en todos los rincones, Matamoros, Atlixco, Ayutla, Tehuacán, Acatzingo, Tepeaca, Tlacotepec, Tecali, San Martín, por mencionar algunos municipios.

Surgió la nueva Liga Estatal, que ahora con 8 equipos, intenta brindar buena calidad de beisbol, aunque no todos cuentan con el potencial humano y económico para competir con grandes novenas como Industriales y Acereros de Dolores Hidalgo.

El golpe más terrible para el beisbol fue la desaparición de la Liga Interobrera, que aglutinaba en el primer grupo a equipos de tremenda calidad.

En los 90, la liga se fue desgastando, los equipos se fueron alejando, y de buenas a primera vino su desaparición.

Fue cuando agarró fuerza la Volkswagen, que en el primer grupo Especial llegó a reunir a tremendos trabucos como el mismo Baños Tlalpan, Taja Sol, Deportivo Morales, La Magdalena, y el último de ellos, Águilas Brick, del amigo Máximo Cuaya, entre otros más.

Todavía existían esos patrocinadores, apoyados por sindicatos o agrupaciones, que pasaban el sombrero para juntar recursos y traer a los mejores refuerzos.

Al paso del tiempo todo se fue acabando, y aunque todavía hay quienes hacen el esfuerzo por armar equipos competitivos, la calidad ha disminuido enormemente.

Quizá por liga lleguen a figurar 2 o 3 equipos, pero ya la competencia no es tan pareja como lo era en el pasado, y conste que de las ligas infantiles y juveniles salen y salen jóvenes de reconocida calidad, pero ya no existen esos patrocinadores que empeñaban hasta la camisa con tal de armar equipos competitivos y ofrecer un beisbol de gran calidad.

Y peloteros poblanos, veracruzanos, de Ciudad de México y otros Estados, de enorme calidad, aparecían hasta debajo de las piedras.

Fue por eso que hoy, como respuesta a mi amigo Eduardo Rojas que reclamó con todo su derecho, aquí reactivamos con nostalgia «En la Antesala del Infierno».

Aclaro que, la suprimí por un tiempo, porque cuando murió mi primo Alí Uscanga, y le dediqué la columna en el mismo espacio, un viejo amigo de la infancia, creyente en toda la extensión de la palabra, me hizo la observación: «Oye, maravilloso lo que le escribiste a Alí, pero no me gustó el título que le pusiste».

Lo que desconocía él, era que el título fue «ADIÓS PRIMO ALÏ», y que la columna donde la escribí llevaba por nombre «En la Antesala del Infierno», mismo que nació como homenaje a uno de los más grandes cronistas de beisbol que he escuchado narrar por radio como lo fue don Óscar «Rápido» Esquivel, quien llamaba a la tercera base o a la octava entrada, ¡en la antesala del infierno!, porque era la penúltima parte para llegar al tramo final, o bien por los trallazos que salían por el lado de la almohadilla caliente.

Hoy me senté frente a mi máquina de escribir, y recordé las palabras de Lalo, y entonces llego esa nostalgia de revivir ese ayer que me tocó vivir principios de los 80, con un beisbol poblano bien estructurado, organizado, con una Asociación como siempre en problemas, pero que caminaba de la mano de las ligas, y con enormes dirigentes de la vieja pelota, que desafortunadamente ya no están con nosotros.

Quizá me van a decir, pero no mencionas al «Chatín» Bravo, y a sus Parrots, a Bravos Autotransporte, patrocinado por el Sindicato de la Corona que comandaba la familia Durán, Ferretería González, y muchos grandes equipos de más atrás; sí, lo escuché mencionar, pero desafortunadamente no me tocó verlo ni disfrutarlos, como sí lo hice con muchos equipos que mencioné y quizá omití, líneas arriba.

Servido mi Lalo Rojas, y espero de vez en cuando andar por aquí ya sea «En la Antesala del Infierno o En la Esquina de los Sustos», que a final de cuentas es lo mismo, para revivir o me ayuden a hacerlo, esos inolvidables momentos en los Diamantes poblanos.